Mi mas ferviente deseo es que no sea reemplazada hasta que el proximo presidente se haya posesionado
Ruth Bader Ginsburg-RBG era la juez de mayor edad en la Corte Suprema de los Estados Unidos. Una suerte de ícono cultural, una celebridad especial gracias a sus luchas por la dignidad de la mujer. Un símbolo de feminismo liberal. Una historia de esfuerzos personales que la llevaron al estrellato. Su desaparición implica un giro en el juego político en la Corte Suprema, el órgano judicial compuesto por 9 magistrados cada uno de los cuales es nominado por el presidente de turno como resultado de la muerte o renuncia, para posteriormente proceder a su elección vitalicia en el senado.
El balance de fuerzas del tribunal entre liberales y conservadores ha
cambiado radicalmente durante la presidencia de Donald Trump, con el
nombramiento de 2 jueces de marcada tendencia conservadora: Neil Gorsuch quien
reemplazó en 2017 al fallecido magistrado Antonin Scalia y Brett Kavanaugh en
2018 al juez Anthony Kennedy luego de su renuncia. Con ello se alcanzó una mayoría
5 a 4 a favor del grupo conservador. Con el ingreso de la juez Amy Comey Barrett
se completa la trilogía dominante en el máximo tribunal de justicia.
No habían pasado 24 horas del fallecimiento de la magistrada RBG para
que Trump y el líder del partido republicano aprovecharan la oportunidad para postular
un candidato afín a la ideología republicana-conservadora a la Corte. A menos
de 2 meses de la elección presidencial se crea un terremoto político pues el
mismo McConnell le impidió al entonces presidente Obama nominar a su candidato Merrick
Garland argumentando la cercanía a la elección presidencial. El líder republicano
justifico su decisión afirmando que su partido tiene el control del senado y la
Casa Blanca en 2020, mientras que en 2016 la presidencia y el senado eran de
partidos distintos.
Pero qué implica la llegada
de un tercer magistrado de esa línea a la Corte Suprema? Para comenzar hay que
decir que están en juego importantes decisiones asociadas con el futuro de la Ley
de Salud-Obamacare, una aspiración de los republicanos por derogar la que ha
sido la piedra en el zapato por el papel del estado en su implementación. La jurisprudencia
que protege el derecho al aborto llamada Roe vs. Wade igualmente podría ser cuestionada
por quienes están en desacuerdo con que las mujeres opten por este camino.
Con Amy Coney Barrett se completa el dominio de la derecha y se pone en
peligro la agenda progresista que había comenzado bajo el gobierno Obama con regulaciones
fundamentales para la protección del medio ambiente como aspirar a tener aire
limpio, agua sin contaminantes y combatir al calentamiento global. Asimismo, leyes
que tutelan los derechos de los trabajadores y consumidores.
El congreso de mayoría republicana cumple así su objetivo de tomarse las
cortes teniendo a Donald Trump como instrumento llenando las vacantes con
jueces conservadores y eliminando importantes regulaciones relacionadas con el
cambio climático, la financiación de las campañas políticas y el acceso a la
salud. Las disputas que se vienen harán que la gente pierda la confianza en la
independencia y neutralidad de la Corte.
No queda duda que esta es la oportunidad para desviar la atención electoral
por el errático manejo de la pandemia del candidato presidente que ha producido
tantas vidas y destrucción, sirviendo de principal argumento del aspirante Joe
Biden y hasta ahora favorito entre los votantes. El debate en el congreso podría
además energizar a la base conservadora que interpreta como un triunfo la
superioridad judicial.