‘’Gun
violence is a uniquely American crisis’’
‘’La violencia por las armas es una crisis
excepcionalmente norteamericana’’
El ruido
ensordecedor de las balas, los gritos, la sangre, los muertos. Una tragedia que
se repite a diario solo en los Estados Unidos. El 2021 fue record con cerca de
48 mil víctimas de la violencia con armas de fuego. En lo que va de este mes,
ya se supera la cifra de 40 masacres que han dejado cientos de muertos. Una
crisis que por su magnitud es única a la nación más poderosa del planeta. Las
causas dicen los expertos tienen su raíz en disputas en el trabajo, por traumas
familiares, por resentimiento racial o por desórdenes mentales.
Una
pandemia que tiene su origen en la misma Constitución cuya enmienda fue
aprobada en tiempos distintos, amparando el derecho a poseer armas. Los
múltiples intentos por regular la compra de las armas de asalto han sido
imposibles por los intereses de la industria, un lobby político que a través de
la Organización Nacional del Rifle califica a los congresistas según su
respaldo a la enmienda. Un debate interminable en el que la sociedad sufre el
fuego cruzado que se intensifica a medida que aumentan los tiroteos masivos.
Una cultura
de la muerte que suprime el derecho del otro a la vida, a la libertad y a la
búsqueda de la felicidad tal cual lo establece la misma Carta Magna
norteamericana. Las matanzas son parte de una dinámica que la sociedad
norteamericana se niega a cambiar. Los llamados de ciertos sectores políticos,
los medios y las redes sociales para que se limite la posesión de armas son un
disco rayado y, sin embargo, la carnicería se agudiza con mayor violencia y el
número de víctimas inocentes aumenta.
Lo ocurrido
en California hace poco confirma la falta de coherencia en la legislación pues
a pesar de que en ese estado existen leyes muy estrictas, las armas llegan de
otras jurisdicciones donde la reglamentación es más laxa. El régimen federal
establecido en los Estados Unidos hace que cada estado legisle según sus
propias prioridades e intereses. El flujo de armas no es exclusivo al país del
norte. La violencia del narcotráfico que vive Latinoamérica se alimenta porque existe
un mercado ilícito al que los gobiernos les resulta casi imposible de
controlar.
Esa
fascinación por las armas comienza en el núcleo familiar desde el cual los
niños perpetúan la cultura de la muerte. Los eventos de las últimas semanas demuestran
la gravedad del asunto. Un niño de tan solo 6 años en el estado de Virginia, le
disparó a su maestra sin explicación distinta que el arma salió de su casa que
nadie se lo impidiera. El atacante que asesinó a 11 personas en California era
un anciano de 72 años, el de mayor edad en la historia de los tiroteos masivos.
En ambos casos entender los motivos e intenciones resulta todo un albur.
Aunque la administración Biden y el resto del país clamen por medidas para controlar el azote de la violencia armada, los intereses particulares de la industriay la extrema derecha continuarán siendo un obstáculo. No basta con legislar pidiendo verificar los antecedentes y exigir que los compradores sean mayores de edad. Qué hacer y cómo controlar los millones de armas legales e ilícitas es el meollo de la solución.