‘’George Floyd has been dead a year. His killer will be in
prison for two decades to come. But his legacy is still up in the air’’.
‘’George Floyd lleva un año
de muerto. Su asesino pasará en prisión las próximas dos décadas. Sin embargo
su legado sigue en el aire’’.
La fuerza
pública, llámese policía, atraviesa por uno de sus peores momentos. Entender su
labor no siempre es entendida por la comunidad. Fundamentalmente, la función de
esa institución es la prevención y detección de actividades criminales y el
mantenimiento del orden y la seguridad públicas. Algunos la definen como ‘’un
cuerpo conformado por personas empoderadas por un estado con el fin de hacer
cumplir la ley, asegurar la seguridad y la salud de los bienes de los
ciudadanos’’. Según lo anterior, esas atribuciones legales incluyen la
detención o arresto y el uso de la fuerza legítima que les otorga el estado.
Los
recientes acontecimientos de violencia en varios países y la forma como ha
respondido la policía han motivado a sectores de la sociedad civil a redefinir su
papel a través de una reforma que necesariamente debe pasar por el legislativo.
Para comenzar, se podría decir que los criterios de ingreso a ese organismo son
muy similares en todas las latitudes, pero lamentablemente la escolaridad y remuneración
cambia de acuerdo con cada país. Por lo anterior, la ciudadanía tiene una
imagen que en no pocas ocasiones considera al policía un personaje de inferior
categoría y que no merece el respeto debido como representante de la ley.
También debe
tenerse en cuenta que dentro de la policía existen otros cuerpos de seguridad
especializados que realizan actividades complementarias en su misión de
combatir al delito y preservar el orden. Lo que ocurre hoy en Colombia y hace
poco en Chile, Ecuador y los Estados Unidos donde una ola de protestas y manifestaciones
han desencadenado en violencia y destrucción, se cuestiona la forma tan feroz y
vehemente como las fuerzas de seguridad están actuando lo que en algunos casos
resulta fatal.
La protesta
social es un derecho universal que se rige por los principios de legalidad,
necesidad, proporcionalidad y precaución de acuerdo con el documento que
analiza esos movimientos y el uso de la fuerza excesiva en Colombia. No es un
secreto que ha habido casos de criminalización del lado de la policía, pero también
que hay intereses del narcotráfico y grupos irregulares apoyando a los
violentos en su ánimo destructor. Cuando se ataca agresivamente y con intención
asesina a las fuerzas, no se puede esperar nada diferente a una respuesta dura
e implacable.
La muerte
de civiles a manos de la policía ha convertido a la izquierda y ciertos medios
de comunicación en críticos despiadados y en una voz para que se limite su
campo de acción a través de un habilidoso manejo político que solo logra polarizar
la opinión de los ciudadanos y no conduce a soluciones efectivas. Otra cosa sería
reglamentar el uso de elementos de combate que causan heridas graves a los
protestantes justificado reclamo de los defensores de los derechos humanos.
El
movimiento Black Lives Matter surgido de la penosa muerte de George Floyd sirvió
para que la sociedad norteamericana entendiera que los abusos policiales en
contra de las minorías afro han sido una realidad que debe ser abordada
mediante una reforma que está muy cerca de convertirse en ley. Ciertamente, actores
como Antifa y otros grupos afines a la extrema derecha promovieron hechos
violentos entre si y en contra de la policía con el saldo de varios muertos y
expresiones de protesta en muchas ciudades. El oficial que asesinó a Floyd acaba
de recibir una condena de 22 años y medio
A medida
que los gobiernos van levantando las restricciones se viene observando un peligroso
aumento de la criminalidad. Quienes piden una reducción de los presupuestos de
la policía, se verán abocados a una situación donde la delincuencia querrá
tomarse a sus comunidades. Los índices de homicidios comienzan a asustar y hay
ciudades donde el hampa domina a su antojo barrios enteros.
Lo que nos
lleva a una inesperada ola de retiros de oficiales que ven cómo su servicio no
es reconocido y cómo sus vidas se ponen en riesgo enfrentando a los criminales.
Además, la remuneración recibida es baja y las presiones a que son sometidos
terminan socavando la estructura familiar y la estabilidad mental. La policía no
importa el lugar, merece todo el reconocimiento como la única forma de
protección ciudadana. Bienvenidas las iniciativas de cambio poniendo de
presente los intereses colectivos.