“If you come to the United States illegally,
you will be returned. Your journey will not succeed, and you will be
endangering your life and your family’s lives.’’
‘’Si usted
llega a los Estados Unidos ilegalmente, será devuelto. Su travesía no tendrá
éxito y usted estará poniendo en peligro su vida y la de su familia’’
Alejandro
Mayorkas
No debe
sorprender que la crisis migratoria se concentre en una pequeña población fronteriza
de nombre Del Rio en el estado de Texas. El Río Grande es la vía expedita para
llegar a los Estados Unidos para miles de migrantes que hacen una travesía como
para una película de terror. El caso más patético lo protagonizan los haitianos
cuyo país es una vergüenza mundial por la forma de desgobierno y miseria que
deben soportar sus habitantes. Los haitianos deben volar hasta Ecuador o
Colombia en condiciones deplorables obligados a esperar semanas en otra
frontera agreste para llegar a Panamá y de allí emprender su viaje al norte de Centro
América.
La
migración indocumentada que la derecha peyorativamente llama ilegal es el arma
preferida de los partidos políticos no solo en los Estados Unidos. Un juego de
ping pong del que se viene hablando hace décadas y que es promesa de campaña cada
4 años para que haya una ventana a la legalización. El limbo jurídico de
millones de indocumentados sigue en ascenso. Los migrantes hay que insistir son
una mercancía de cambio para los intereses de demócratas y republicanos.
Las
dificultades en la frontera con México se han agudizado y encontrar una
solución de momento es casi imposible. Y es entonces cuando los gobernantes
acuden a remedios que empeoran la enfermedad. Asegurar un territorio tan
extenso como reclaman unos y otros al tiempo que se cumplan las obligaciones
humanitarias para los migrantes que huyen de dificultades económicas,
inestabilidad política y violencia en sus países es la paradoja que hoy
enfrenta el gobierno Biden.
La
evolución de la crisis con los más de 15 mil migrantes acampados debajo de un
puente en Del Río en condiciones inhumanas, las imágenes de patrulleros a caballo
persiguiendo a los indocumentados, las deportaciones masivas vía aérea a Haití y
la renuncia del enviado especial norteamericano a ese país rechazando la forma
como la administración ha manejado esta difícil coyuntura, muestra la
improvisación e incoherencia de sus políticas.
Las
comunidades afro igualmente salieron a protestar argumentando discriminación
racial a lo cual el presidente y su vice Harris en una salida más retórica que efectiva
salieron a condenar las acciones de los agentes fronterizos. Unos chivos
expiatorios para justificar la incapacidad de las autoridades en cabeza de
Alejandro Mayorkas, director del Departamento de Seguridad Interna responsable
de impartir e implementar acciones que verdaderamente ataquen las raíces de la
inmigración indocumentada.
El
gobernador de Texas Greg Abbott, reconocido por su ideología extrema optó
absurdamente por enviar una caravana de patrullas a la frontera buscando
blindar la entrada de ‘’ilegales’’. Es como si al balón que tiene varios
orificios se le parcha solo uno y al final termina desinflado. La frontera es
tan porosa como el balón. De acuerdo con cifras del Departamento de Seguridad
Interna, de febrero a agosto la migra ha cogido a personas cruzando
irregularmente 1.24 millones de veces, de los cuales un 56 por ciento han sido
devueltos a México. Son números sin precedentes en los que no sólo son
haitianos quienes intentan pasar. Por Centro América ingresan inmigrantes de África,
Asia y Sur América.
Biden por
su parte está tratando de detener el flujo migratorio usando la ley de salud conocida
como Título 42 que permite a las autoridades negar la posibilidad de pedir
asilo dadas las condiciones de la pandemia. Un engendro del gobierno Trump que
es precisamente causa primigenia del desborde de migrantes.
Son muy
pocas las opciones que tiene el gobierno para lidiar con un asunto tan
complejo. Entretanto, para enfrentar las críticas de la oposición, la Casa
Blanca está enviando más agentes de inmigración y de la patrulla fronteriza buscando
contener el desborde de personas y montando albergues donde se definirá la
suerte de miles de inmigrantes. La capacidad de los jueces para atender
semejante tarea está al límite, por lo que miles de familias terminan libres a
la espera de una citación judicial.