“Central Banks accept pain now,
fearing worse later”
“Los
bancos centrales aceptan el mal hoy, temiendo lo peor después”
En medio de la batalla de los bancos centrales contra
la inflación no puede dejarse por fuera a Ucrania y su principal culpable Vladimir
Putin. Cuando el mundo comenzaba a regresar a la normalidad el personaje de marras
decidió invadir a su vecino con las consecuencias conocidas: interrupción de
los despachos de granos y cereales, cierre del suministro de gas a Europa y
obligando a Occidente a desviar recursos de inversión hacia los pobres en la forma
de subsidios y un aumento de la deuda. Gobernar bajo incertidumbre y conflicto
altera la ruta del crecimiento y el propósito de bajar la desigualdad.
La era del dinero barato es historia. Bajas tasas de
interés posibilitan un mayor crecimiento de modo que las empresas presten dinero
e inviertan y las personas compren bienes y servicios. Las políticas expansivas
que significaron mucho dinero en circulación y la impresión de dinero en los
Estados Unidos de alguna manera contribuyeron a un aumento de la inflación. Hay
que repetirlo: ahora los bancos centrales se ven obligados a apretar las
tuercas vía mayores tasas de interés como mecanismo para frenar la demanda y
enfriar las economías.
Esta semana la Reserva Federal dio otro paso en esa
dirección incrementando la tasa en 75 puntos, un incremento igual al de julio y
que para muchos analistas no se detendrá allí. Lo anterior llevará a otros a
seguir la fórmula con un impacto en múltiples frentes golpeando con mayor
fuerza a los de menor educación, los jubilados y a quienes reciben salarios
bajos. El daño a las economías por los riesgos de una desaceleración es
inevitable.
El dinero caro se traslada a los préstamos de vivienda,
de vehículos, los balances de las tarjetas de crédito más altos y con una menor
inversión del sector privado los niveles de empleo ya no serán los esperados. Según
estimaciones de la Reserva Federal la tasa de desocupación pasará del 3.7 por
ciento a 4.4 por ciento en 2023, es decir, una pérdida de 1.2 millones de
puestos de trabajo. Si en el norte el panorama se oscurece, qué podremos decir
de lo que les espera a los países exportadores de materias primas ante una
disminución de la demanda y quizás un detrimento de los precios.
Los gobiernos que por mucho tiempo gozaron de tasas de
interés muy bajas, tendrán que destinar mayores recursos en el futuro para el
pago de la deuda externa. El ajuste en los programas que benefician a amplios sectores
de la sociedad hará que se amplíe la desigualdad y menos gente pueda subir en
la escala social. Mientras el sector financiero cobra tasas al alza, porqué los
ahorradores no reciben igual tratamiento? Una pregunta sin respuesta por mucho
tiempo.
El mercado de valores tampoco fue ajeno a la decisión
de la autoridad monetaria. Unas tasas más altas tienen un efecto negativo en los
precios de las acciones. El índice Dow cayó a su nivel más bajo desde 2020,
llevándose consigo millonarias pérdidas para los inversionistas en fondos de
retiro y otros papeles. La temida R de Recesión ronda los pasillos y páginas de
los foros económicos. Hay quienes hablan de aterrizaje forzoso y otros menos pesimistas
que vaticinan una salida rápida si se actúa con cautela. De cualquier manera se
avecinan tiempos difíciles y el llamado es a apretarse el cinturón.