‘’Just In Time has amounted to no less than a revolution in the business world. By keeping inventories thin, major retailers have been able to use more of their space to display a wider array of goods’’.
‘’Justo a
Tiempo ha llegado a ser nada menos que una revolución para el mundo de los negocios.
Manteniendo los inventarios reducidos, los principales detallistas han podido
usar más espacio para exhibir una gama más amplia de bienes’’.
Si usted ha visitado una tienda de cadena o intentado comprar un auto o motocicleta y
encuentra que la oferta es muy limitada, entonces podrá entender que el mundo
anda escaso de muchas cosas. La razón es múltiple: las cadenas de suministro
apenas comienzan a normalizarse, el transporte marítimo carece de suficientes
barcos y en los puertos aún hay cuellos de botella que impiden la entrada y salida
de contenedores. Pero sin discusión la principal alteración de la cadena son
los microchips que hacen parte de productos electrónicos, vehículos, computadores,
teléfonos y gran cantidad de electrodomésticos.
Entonces es
imprescindible explicar cómo la industria de la manufactura ha ido
evolucionando de modo que las piezas del rompecabezas se armen. Toyota fue la compañía
pionera de lo que en su momento se llamó el modelo industrial ‘’Justo a Tiempo’’
en el que los componentes se despachan a las fábricas a medida que se
necesiten, minimizando las cantidades en bodega. Por más de 5 décadas este enfoque
ha sido adoptado por muchas industrias. Alimentos, confección, medicinas y
autos entre otras, entendieron que para ser competitivos y eficientes era
imprescindible echar mano del Justo a Tiempo.
La pandemia
ha puesto en jaque la teoría, pues los inventarios sufrieron una grave interrupción
y afectaron las operaciones fabriles dejando al mundo corto de productos de
todo tipo. Paradójicamente, el concepto Justo a Tiempo ‘’está llegando tarde’’.
La manifestación mas clara de la dependencia del modelo se encuentra en la
misma industria que la inventó: los fabricantes de autos y motocicletas y
vehículos afines han tenido que suspender actividades por la falta de semiconductores.
Estos son el pequeño cerebro que hace posible el funcionamiento.
Cuando la
pandemia tomó fuerza, los fabricantes de vehículos corrieron a cortar los pedidos
de microchips pensando que la demanda iba a caer con el cierre de las economías.
Una vez que comenzó la reapertura y el sector productivo volvía a la normalidad,
se hizo tarde para hacer que los productores cumplieran con las órdenes. La
capacidad instalada no va en la misma dirección de la demanda y aumentar la
producción de semiconductores requiere meses.
Hoy día el
75 por ciento de la manufactura de semiconductores se concentra en Asia, lo que
hace todavía más difícil un aprovisionamiento oportuno y eficaz. Taiwan
Semiconductor Manufacturing Company-TSMC uno de los gigantes anunció una
inversión de 100 mil millones de dólares en nuevas instalaciones, investigación
y desarrollo de microchips en los próximos 3 años. El aumento de precio de las
acciones en bolsa de estas compañías ha sido espectacular teniendo en cuenta la
menor oferta y la dependencia de las economías para su funcionamiento.
Pero es
preciso ahondar el otro lado de la moneda del modelo Justo a Tiempo. Lo primero
es que muchas empresas combinaron el modelo confiando en proveedores ubicados
en países con bajos salarios, China e India, que no es ninguna novedad, por lo
que cualquier interrupción en los despachos se torna en un problema. Japón como
epicentro de la teoría se embarcaron en la compleja tarea de recuperarse de los
efectos dañinos ocasionados por la Segunda Guerra, ideando una serie de modelos
para que el sector productivo se enfoque en mejorar los procesos.
Toyota evitó
los costos de bodegaje dando paso a depender de la producción de proveedores
externos y asegurarse que las partes llegasen cuando fueran necesarias. Y
entonces para el mundo industrial, Justo a Tiempo se convirtió en la panacea a
mejores utilidades, bodegaje más flexible y eficiencia productiva. ‘’Mantener
inventarios bajos mejora la contabilidad’’ es una frase de cajón en tiempos de
austeridad.
De 1981 al
2000 las empresas norteamericanas redujeron sus inventarios en un 2 por ciento
por año. Este ahorro permitió la recompra de acciones en poder del público, la
tendencia de las recientes décadas para enriquecer a los accionistas. Con menos
acciones en circulación su valor sube, al igual que los beneficios para quienes
invierten y mayores bonificaciones para la cúpula directiva a costa de una reducción
en los inventarios y ampliación de la capacidad productiva.
Lo que el
globo vive en estos momentos se asemeja a una de esas películas de ciencia
ficción que pinta un escenario de parálisis, caos y carencias por el
rompimiento de la cadena de suministro, gracias la irrupción de un diminuto bicho
que nadie supo controlar Justo a Tiempo.
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