“I know there are many people who are relieved, and
perhaps quite a few who will also be disappointed. I want to tell you how sorry I am to be giving up the best
job in the world”
‘’Se que hay mucha gente que siente alivio
y quizás unos cuantos que también estarán decepcionados. Les quiero decir cuanta
pena siento tener que renunciar al mejor trabajo del mundo’’
Boris Johnson
La caída de
Boris Johnson como primer ministro de Gran Bretaña es el fin de un personaje
caricaturesco y alejado de las normas de lo que supone liderar a un grupo de
naciones. Su cabellera desordenada coincide con su forma de actuar ideológica, administrativa
y personalmente desorganizada. Un gabinete hastiado de las mentiras y
desaciertos y el retiro del respaldo de su partido terminaron por acelerar la
salida.
Su negativa
a renunciar chocó con la realidad política de los escándalos protagonizados a
lo largo de su gobierno: un desconocimiento de las reglas asistiendo a ruidosas
fiestas en medio de la pandemia lo que se denominó ´´Partygate´´, un enfoque
laxo de la ética nombrando un personaje acusado de abuso sexual y un apetito
por el estilo de hacer política acomodando sus intereses. Señalar la cantidad
de descaros y desvergüenzas tomaría buen rato.
Johnson llegó
al cargo bajo la bandera del Brexit en medio de la división de los británicos
que veían en la Unión un obstáculo y en particular un rechazo a la llegada de
inmigrantes. Contrario a lo que se esperaba, la salida ha significado un daño a
la economía británica. El comercio de bienes y servicios durante el primer
semestre cayó un 16 por ciento. La OCDE estima que el crecimiento de la economía
previsto para 2023 será cercano a cero, convirtiendo a Gran Bretaña en la peor dentro
del Grupo de los 20, sin contar a Rusia.
Gracias al
Brexit no es posible la libre movilización de trabajadores entre Gran Bretaña y
el continente lo que se ha traducido en mayor desempleo y menores salarios
reales. La inflación acosa a sus habitantes siendo una de las más altas de
Europa. No sorprende entonces que el apoyo al Brexit con el paso del tiempo ha descendido
del 47 por ciento cuando fue aprobado a 37 por ciento en mayo.
Por otro lado,
Johnson deja un legado funesto para las libertades civiles por sus efectos
represivos: la primera es una ley que prohíbe la protesta en Inglaterra y Gales
que acarrea multas y sanciones para quienes la infrinjan. La expansión del
poder de la policía le permite acceder a la historia médica de los ciudadanos, así
como requisar a quien consideren sospechoso. Inglaterra es un país donde la comunidad
de musulmanes crece y participa activamente en la vida social y política, pero
al mismo tiempo hay sectores que no ven con buenos ojos la llegada de nuevos
inmigrantes afectos a la religión de Mahoma.
Aun más
sorprendente es la Ley De la Nacionalidad y las Fronteras que refleja el sentimiento
anti emigrante que motivó el Brexit. Con ella se pretende criminalizar a los
que buscan el estatus de refugiados que arriben en botes pudiendo ser
encarcelados hasta por 4 años y si no logran ser recluidos en cárceles normales
serían ubicados en alojamientos al estilo de campos de concentración o sitios
de procesamiento fuera del país lo que ha provocado la denuncia de los
activistas de derechos humanos.
Ni siquiera
los ciudadanos británicos escapan a las medidas restrictivas. Una provisión
reciente le da poder al gobierno para remover la ciudadanía de quienes tienen
la doble nacionalidad sin previo aviso. Un nacionalismo a ultranza que responde
al deseo de cerrar fronteras tal y como ocurrió en los Estados Unidos en el
gobierno anterior.
El partido
conservador tiene ahora la tarea nada fácil de buscar un nuevo líder que sane
heridas, corrija el lastre económico y se logre la normalización con un gabinete
que normalice las funciones de gobierno. Mientras tanto, Johnson ha expresado
su voluntad de permanecer en el cargo provocando el rechazo de muchos sectores
que piden su retiro inmediato y se nombre un primer ministro interino.
En el
cuadro siguiente se muestra el descontento de los británicos y los partidos políticos
con una encuesta que pregunta si Boris Johnson debería renunciar.o permanecer en su cargo
Debe renunciar
total 69%
Debe permanecer
en su papel 18%
No sabe 13%
Laboristas(Lab)-Conservadores(Con)-Demócratas
Liberales(LD)
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