‘’A drone flying up to the people yelling from their
apartment windows and saying: “Please comply with Covid restrictions. Control
your soul’s desire for freedom. Do not open the window or sing.”
‘’Un drone volando en medio de gritos advirtiéndole
a los ocupantes de rascacielos,’’ por favor cumplan con las restricciones.
Controlen sus íntimos deseos de libertad. No abran las ventanas o canten’’.
Niall Ferguson en una columna de opinión
de Bloomberg
El gobierno
chino busca legitimarse con su política Cero COVID a un costo enorme. El
confinamiento en Shanghái, una metrópoli de 26 millones de habitantes terminó
siendo una pesadilla y la demostración según la cual los regímenes autoritarios
pretenden ejercer la autoridad bajo la represión y el control de la ciudadanía.
La ansiedad y rabia luego de casi 4 semanas de encierro plantean un interesante
reto al gobierno chino y su aparato propagandístico, el Partido Comunista Chino-PCC,
en su intento por suprimir la protesta del público.
Desde el
inicio de la pandemia, el gobierno de Xi Jinping le ha hecho saber al mundo su
superioridad en la respuesta al manejo del COVID. Mientras el resto del planeta
fue incapaz de controlar el virus y el número de muertos se aproxima a los 2
millones, en China prácticamente no hubo nuevos casos hasta marzo y el total de
víctimas no supera los 5 mil.
No debemos
olvidar que la tragedia se originó en Wuhan bajo circunstancias aun por determinar.
Las hipótesis de una fuga en un laboratorio no se confirman como tampoco se
descartan. No obstante, el régimen de Xi no ha permitido una investigación a
fondo sobre su causa. Sin lugar a duda la demora y negativa del PCC de que el
virus era transmisible entre humanos se pudo haber evitado bajo un sistema de
gobierno más transparente.
Lograr que
la pandemia no se saliera de madre dependía del efectivo control de la
población a través de políticas de vigilancia gubernamental. Como es de conocimiento
público, los confinamientos en China funcionaron gracias a la intervención
social, la prohibición estricta de salir a la calle, contrario a lo que vivió
Occidente donde no existen mecanismos de intrusión estatal. Hasta que apareció
la variante Omicron extendiéndose en Shanghái de manera peligrosa lo que pone
en aprietos la credibilidad y efectividad del gobierno Xi.
Las imágenes
que han recorrido el mundo mostrando el poder absoluto de las autoridades quedarán
en la memoria. Una muchedumbre abriéndose paso por un cordón de seguridad para
conseguir comida. Enfrentamientos entre residentes desesperados y autoridades
de policía. Como nunca las calles de Shanghái desiertas. Autopistas de ingreso
a la ciudad cerradas. Perros y gatos sacrificados. Fue necesario enviar
soldados para evitar que la gente violara la cuarentena.
El impacto
económico comienza a sentirse. El gigante asiático es una sofisticada máquina
que requiere numerosos eslabones para su funcionamiento. Detrás de sus mil
cuatrocientos millones de consumidores hay ciento cincuenta millones de
negocios que proporcionan empleo, comida y lo necesario para que el aparato
productivo siga su marcha. Las medidas extremas son un fardo pesado a la economía.
El consumo en marzo cayó 3.5 por ciento.
Y lo que se
viene para el resto del planeta no es menos halagüeño teniendo en cuenta que Shanghái
es el puerto que da salida a las indispensables cadenas de suministro. Otro
golpe que incidirá en la inflación. Las ciudades y provincias bajo
confinamiento parcial o total representan el 23 por ciento del producto. Según
VesselsValue Ltd., la firma que evalúa el costo del transporte marítimo y aéreo,
el número de embarcaciones a la espera de ser cargados o descargados en el
puerto de esa ciudad aumentó un 500 por ciento.
El ‘’capitalismo
autoritario’’ podría terminar en una economía planificada que dejó a millones
en la pobreza? Probablemente no, pero queda la inquietud. El balance alcanzado
en Occidente entre una apertura gradual y el confinamiento no es posible en
China. Xi no da su brazo a torcer. ‘’ La perseverancia es victoria’’. Los
medios de comunicación y los burócratas leales al régimen deben seguir las
instrucciones a rajatabla. El PCC aboga por un ‘’ mercado doméstico
unificado’’, es decir, un mayor control estatal de la economía.
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