‘’This is not an occasion for democratic
triumphalism; it’s an occasion for a realistic assessment of authoritarian
ineptitude and perhaps instability’’.
‘’Este no
es el momento para el triunfalismo democrático. Es una ocasión para una valoración
realista de la ineptitud autoritaria y quizás inestabilidad’’.
David
Brooks columnista conservador
‘’Las
acciones de Putin son un desafío a la diplomacia global. Para el líder ruso la
mayor catástrofe del siglo XX fue el colapso de su país viéndose a sí mismo
como el guardián de la recuperación del liderazgo que merece Rusia en el mundo,
no importa los medios. En reciente entrevista para la cadena NBC ratifica su versión
según la cual usando el poder ‘’ usted debe estar listo para ir hasta el final
y lograr los objetivos’’. En otras palabras, en su antagonismo con Occidente su
lenguaje es la provocación e intimidación’’.
Las líneas
anteriores fueron parte de esta columna el 18 de marzo de 2018 titulada
Rusocracia, a propósito del envenenamiento de varios disidentes rusos en Inglaterra
y el peligro que Putin representa para el resto. El momento y los hechos no podían
ser más oportunos cobrando plena actualidad. La comunidad internacional, salvo
China y unos pocos regímenes autoritarios, ha producido una ola de rechazo y
porqué no decirlo xenofobia hacia el genocida de Moscú y su gobierno. Bien lo
expresó el presidente Biden esta semana quien alega que la lucha entre
democracia y autocracia es el principal conflicto de nuestro tiempo.
En épocas
recientes las autocracias han venido ganando terreno. Basta citar a Xi Jinping
que pudo cambiar a su partido para reelegirse y gracias a la centralización y
concentración tener un poder casi absoluto. China ha mostrado que esa
autocracia produce prosperidad. Victor Orban en Hungría ha socavado lo
cimientos de la democracia a través del control de los medios de comunicación y
las nulas garantías para la oposición. Con políticas antinmigrantes impidiendo
la llegada de refugiados del Medio Oriente y construyendo muros en la frontera con
el argumento de proteger a su país de una toma paulatina de los musulmanes.
En la Turquía
de Recep Tayyip Erdogan la democracia ha dado paso al autoritarismo luego del
fallido golpe de estado de 2016 encarcelando a los presuntos promotores
mientras otros prefirieron el exilio. El sueño de ser el líder del mundo
musulmán no conoce de límites. Un día ataca a Isis y al siguiente negocia con
ese grupo terrorista. Lucha contra la Hermandad Musulmana pero también comete
crímenes contra los Kurdos. Ocupa parte de Siria, pero cuestiona la ocupación
israelí en la Franja Occidental.
En este
lado del mundo sobreviven los Maduro, Ortega y uno que se va consolidando en El
Salvador: Nayib Bukele un nuevo representante de la autocracia bananera que
poco a poco va juntando los poderes con la disculpa de acabar con las pandillas
y la corrupción que dejaron los gobiernos del FLMN. Se dice que la historia se
repite para terminar en tragedia.
El sistema
político norteamericano se ha vuelto disfuncional y sospechoso gracias al
autócrata doméstico que ocupó la Casa Blanca en el anterior cuatrienio. Lo que la
humanidad contempla estupefacta en Ucrania es la muestra diáfana de las debilidades
e ineptitud del autócrata del Kremlin que opera soportado por un círculo cerrado
incapaz de contradecirlo. Una propaganda oficial donde la información es
sesgada y falaz. Putin llena un estadio de simpatizantes de su guerra mientras
su ejército no logra doblegar a las menguadas tropas enemigas.
Por el
contrario, en las democracias liberales la gente aspira a unos ideales de
libertad y alcanzar su potencial bajo unas leyes y normas compartidas. No
impuestas desde arriba por la fuerza. Un libre mercado donde las iniciativas
individuales llevan al progreso, no un sistema central que limita la imaginación.
En las autocracias esa libertad se sacrifica en aras de un supuesto orden. Los líderes
demócratas, al menos en teoría, responden a sus constituyentes. Los autócratas,
en la práctica, están comprometidos con el régimen y su continuidad.
La lección
es clara: muy pocos autócratas pueden sostenerse en el poder por largos
períodos antes de convertirse en tiranos. Los pasos que China ha dado hacia el
libre mercado no han dado lugar a una auténtica democracia. Estamos frente a
unos regímenes que se van desenmascarando y solo es cuestión de tiempo para su final.
No comments:
Post a Comment