‘’There’s a lot that can be done. It’s about
fundamentally asking the question, ‘How do we enable our resources, human and
physical, to be more inclusive and more productive?’’
‘’Es mucho lo
que se puede hacer. Fundamentalmente es hacerse la pregunta, cómo podemos posibilitar
nuestros recursos, humanos y físicos, para que sean más inclusivos y más
productivos?’’
Mohamed El-Erian
El mundo
anda buscando la forma de recuperar el ritmo para volver a los niveles prepandemia.
La ansiedad por volver a socializar, salir de compras, viajar y sentir nuevas
emociones son una realidad. Sin embargo, las economías se enfrentan a varios
retos que dependen de variables ajenas a su control. La primera y de mayor
impacto tiene que ver con la demanda de muchos productos que dependen de unas
cadenas de suministro provenientes del Oriente, atizando la inflación y
comiéndose el poder adquisitivo de la gente. Los precios de bienes y servicios están
subiendo más que los ingresos. En consecuencia, podría haber una desaceleración
en el corto plazo.
Como
resultado de la pandemia el sector productivo redujo los inventarios y los
gastos de capital por casi año y medio. La apertura, los ingresos no gastados y
el regreso a las actividades han disparado el consumo poniendo en jaque a las
empresas que no disponen de los niveles adecuados de inventarios. Hay quienes
sostienen que muchas compañías preocupadas por sus existencias han doblado y
hasta triplicado los pedidos lo que es una disyuntiva para los productores cuyas
capacidades tienen sus límites.
Pero
volvamos al Medio Oriente y lo que esa región significa para el resto del
mundo. China es de lejos el principal proveedor de bienes de consumo y el
primero que decidió cerrar amplios sectores motivo Covid. La súbita
reactivación ha llevado a una escasez de componentes esenciales para muchas
industrias y ayudado a provocar graves alteraciones en las navieras, faltantes
de contenedores, retrasos en la descarga en los puertos y un aumento desmedido
de los fletes.
Inesperadamente,
China atraviesa por una crisis energética que afecta a sectores dedicados a la
exportación. Dos terceras partes de la oferta de energía proviene de plantas térmicas
que utilizan carbón, precio que ha subido significativamente, además de ser un
commodity en la mira del gobierno chino por su impacto ambiental. Las
industrias del acero, cemento y aluminio consumen cerca del 70 por ciento de la
energía impactando las cadenas de suministro y ocasionando continuos apagones en
las áreas urbanas.
El primer
ministro Xi Jinping ordenó a las principales compañías de energía de propiedad
estatal de manera que ‘’aseguren la demanda a cualquier costo en el invierno
que se avecina’’. Mantener las luces prendidas en los hogares y garantizar un
suministro de agua que depende de bombas impulsadas por electricidad es el desafío
del gobierno central. Los recortes de energía han dado lugar a que los
analistas reduzcan las expectativas de crecimiento del producto en el último
trimestre de un 4.4 a un 3 por ciento.
En una nota
aparte, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña paradójicamente se enfrentan a
una escasez de trabajadores, en un momento en que el desempleo sigue alto y que
es un insumo esencial para la reactivación. Lo de Gran Bretaña se explica por
las restricciones impuestas luego de la salida del Brexit donde las empresas de
carga no encuentran un número de conductores suficiente para cumplir con la
demanda. Algo similar ocurre en Estados Unidos aunado a la disparidad entre lo
que las empresas requieren y la falta de capacitación para los cargos ofrecidos.
Una de las
secuelas que dejó el Covid es la creciente desigualdad en los países del sur. Las
palabras del respetado analista Mohamed El-Erian describen con profunda
realidad lo que ha venido ocurriendo. ‘’ Una sociedad altamente desigual no es
una sociedad económicamente saludable’’. Para El-Erian la inequidad de
oportunidades debiera ser la más importante preocupación de los gobiernos. La
pandemia sorprendió a mucha gente sin conexión Wifi en sus hogares y sin acceso
a un computador. El resultado fue un retroceso educativo enorme para los niños
y jóvenes que los puede convertir en una generación perdida.
Puerto de
Los Angeles que muestra la congestión de buques y contenedores. Foto de
septiembre 20 sacada del Washington Post
Las
políticas de ayuda de los gobiernos a los pobres son un pequeño bálsamo insuficiente
para aliviar las necesidades. La brecha salarial y de riqueza se amplía, con
los de arriba capturando mayores ingresos y los de abajo tratando de sobrevivir.
Es evidente que luego de la parálisis, las economías busquen recuperar lo perdido,
pero no son pocas las amenazas para romper el círculo vicioso de la pobreza y el
crecimiento.
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