“We
are combating a pandemic and dealing with a breaking down of democracy in a
whole host of countries. That is the environment we are in. When it comes down
to Cuba, we’ll do what’s in the national security interest of the United
States.”
‘’Estamos combatiendo una pandemia y lidiando con un colapso de la
democracia en muchos países. Ese es el ambiente en que estamos. En lo que
concierne a Cuba, haremos lo que sea en el interés de la seguridad nacional de
los Estados Unidos’’
Quienes simpatizan
con el régimen cubano debieran rechazar la forma como no solo se están
reprimiendo las protestas, arrestando y golpeando a la población, sino que el
propio Diaz Canel incita a la violencia mientras se rehúye a aceptar que el
sistema de gobierno ha fracasado. A su vez, aquellos que simpatizan con el
embargo y las sanciones no entienden que poco resultado ha producido distinto a
las penurias a que se ha sometido al pueblo cubano.
Desde el punto de
vista político, Biden se enfrenta a una muy difícil coyuntura teniendo en
cuenta los recientes resultados electorales en Florida, donde el partido ha ido
perdiendo terreno gracias a la demagogia republicana según la cual los
demócratas son sinónimo de socialismo. Miami es el centro de la diáspora cubana
cuyo interés principal es el derrocamiento del régimen. Los cubanoamericanos
salieron en masa en esa ciudad a protestar por los excesos y una vez más
exigiendo la salida de la cúpula gobernante. Paralizaron vías, salieron a las
calles con banderas de Cuba y le pidieron al presidente Biden que enviara
tropas no importa lo absurdo que eso significa.
Biden contrario a
Obama que propició una apertura, ha dejado intactas las sanciones impuestas en
el gobierno Trump prohibiendo las remesas y viajes a la isla lo que ha
profundizado la crisis social y de ingresos para el gobierno cubano que fija la
tasa de cambio del dólar y se lleva una porción grande de las mismas. Mientras tanto,
Biden ha sido lento en su respuesta a la crisis, limitándose a decir lo que todo
el mundo sabe: ‘’Cuba es un estado fallido.
Los republicanos del
sur de la Florida aprovecharon la oportunidad pidiéndole al presidente que le dé
luz verde a alguna forma de tecnología de modo que los cubanos recuperen las
comunicaciones. Ya existe y fue utilizada en Puerto Rico con ocasión del
huracán María. Consiste en unos globos que se ubican a larga distancia del
suelo y permiten acceder a una señal inalámbrica. El exilio cubano en Miami a
través de varios políticos dice estar dispuestos a financiar el proyecto. Hasta
dónde llegarán las protestas y su resultado final va a depender de factores
tanto internos como externos, pero lo que si está claro es que una importante
porción del pueblo cubano y en particular la juventud son protagonistas del
levantamiento. Algo que no ocurría desde 1994.
Haití es la otra papa
caliente a raíz del asesinato de su presidente Juvenel Moise cuyos autores
intelectuales aún se desconocen a pesar de las distintas versiones que
involucran a ex militares colombianos contratados por una firma con sede en
Miami. Los Estados Unidos tiene una larga historia con el envío de fuerzas e
intervenciones desde Woodrow Wilson hasta Bill Clinton que autorizó una
invasión norteamericana por solicitud del líder religioso Jean Bertrand
Aristide, con breves intervenciones en los gobiernos Bush y Obama.
La más reciente
operación se dio por el terremoto que sacudió a esa nación dejando muy poco
positivo. Basta recordar los millones prometidos para reconstrucción que
terminaron malgastados y en manos de unos pocos. Haití hoy se enfrenta a una
crisis humanitaria peor, un gobierno al borde del colapso y sin un liderazgo
político definido. La capital es dominada por bandas de pillos que operan con
la complicidad de la policía y el ejército haitiano.
El mundo ya no le
cree a Haití. No existe una ruta constitucional para elegir a un nuevo
presidente pues la inestabilidad persiste, no hay sistema judicial en el
momento, el legislativo no opera y la participación electoral es mínima (una
quinta parte ejerce el voto). Lo mejor para Biden es permitir que haya
observadores internacionales que monitoreen la situación y que sean los
haitianos buscar el mejor destino. No suena fácil, pero más intervención
internacional ha probado su ineficacia y resistencia.
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