‘’ The pandemic only deepened the fears of students already struggling with self-confidence and skeptical about college’’
‘’ La
pandemia solamente profundizó los temores de los estudiantes que ya estaban
luchando con la autoestima y escépticos con la universidad’’
Ganarse la
vida sin pasar por una universidad es ahora más fácil siempre y cuando se
tengan ciertas habilidades. Para citar un solo ejemplo: los ‘’influenciadores’’,
una profesión de moda tanto en el ámbito económico como político era algo impensable
hace algunos años. Son personas expertas en el funcionamiento de las redes
sociales pudiendo generar tendencias que producen réditos importantes para
negocios, candidatos y partidos políticos. Acaso no fueron Donald Trump y más
recientemente Gustavo Petro en Colombia beneficiarios de una estrategia montada
por sus campañas para desacreditar a los adversarios?
En el mundo
digital han aparecido con gran éxito nuevos nombres como por ejemplo embajador
de marca (brand ambassador), director de redes sociales, gerente de comunidades
de clientes (community manager), gerente de contenidos, especialista en internet
de las cosas, por citar algunos nombres. Las compañías necesitan conectarse con
su público y crear comunidades de clientes sólidas si quieren sobrevivir. El
mercadeo de las redes sociales es una carrera que ha venido tomando mucha
fuerza y fue catalogado recientemente entre los 100 mejores trabajos en los Estados
Unidos en la sección de CNNMoney.
Lo que nos
lleva a destacar la difícil situación en la que se encuentran las universidades
en todo el mundo por la reducción en el número de estudiantes agudizada en la
post pandemia. La situación varía de acuerdo con la valoración que se le da a
la educación pública versus la privada. Los centros de educación superior compiten
por tener los mejores estudiantes, pero el acceso a las privadas tiene un costo
muy alto y terminan siendo un privilegio de la élite.
La
consecución de un empleo terminados los estudios es algo para muchos egresados
una tarea nada fácil. Existe una sobreoferta de profesionales en las carreras
tradicionales. Hay gran cantidad de universidades cuya calidad académica es muy
pobre. Las empresas no encuentran aspirantes que cumplan con las destrezas,
habilidades y conocimiento. El mundo avanza gracias a los nuevos desarrollos
tecnológicos existiendo un divorcio entre los entes educativos y el sector
productivo.
La
conversación que ha surgido últimamente es si se justifica ir a una universidad.
Según una encuesta de la Reserva Federal, 4 de cada 10 graduados menores de 45
años considera que los costos de su educación exceden los beneficios. Los salarios
pagados no compensan el esfuerzo. Además, la deuda con la que terminan hoy día
los estudiantes se convierte en un factor de enorme preocupación para las
familias y si se carece de un empleo el pago de los créditos es un dolor de cabeza.
En los
países de menor desarrollo los gobiernos se encuentran en una disyuntiva muy
compleja: ofrecer matrícula gratuita a los más pobres, pero sin la educación
acorde con las exigencias del mercado laboral. Si bien la educación es el
camino para el desarrollo, los entes gubernamentales no van más allá del
cubrimiento educativo y es muy poco lo que se hace para mejorar y actualizar
los currículos. A lo anterior se agrega la reticencia de los sindicatos a una
evaluación de sus conocimientos y cambio de modelo educativo.
Hay mucho
por hacer de modo que los centros educativos promuevan destrezas manuales, de
apoyo a sectores como la construcción, el entretenimiento y los servicios. El
emprendimiento no puede faltar si se quiere dar un paso hacia la evolución del
modelo educativo. El número de nuevos negocios bajo esta modalidad va en
ascenso a pesar de la falta de incentivos y seguimiento. Los Bill Gates, Steve
Jobs y otros tantos íconos de los últimos tiempos sobrevivieron gracias a su
capacidad de innovación y creatividad. Ambos abandonaron la universidad recién
iniciados los estudios y nunca se graduaron.
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